miércoles, 19 de noviembre de 2008

21 de junio (A Guillermo)


"He hecho mil reflexiones sobre el afán con que el hombre trata de extenderse fuera de sí mismo, de hacer nuevos descubrimientos y de correr sin objetivo fijo; después he meditado sobre la oculta inclinación que le hace buscarse límites y seguir el camino trillado, sin cuidarse de lo que hay a derecha o izquierda. Cuando yo vine aquí y contemplé desde la colina este hermoso valle, me atrajo hacia él un encanto inconcebible... Allá abajo el bosquecillo... Ah, si tú pudieras descansar a su sombra! Allá arriba, la cumbre de la montaña. ¡Ah, si tu pudieras contemplar desde ella este soberbio paisaje! Y esta cordillera de colinas, y estos valles solitarios... ¡Oh, quien pudiera perderse en su seno!.... Yo iba y venía sin encontrar jamás lo que buscaba. Con lo que está distante de nosotros sucede lo que con el porvenir. Un horizonte inmenso y oscuro se extiende delante de nuestro espíritu; en él, a la par que nuestras miradas, se sumergen nuestros sentimientos y ardemos en deseos de entregarle por completo nuestro ser, soñando saborear en toda su plenitud las delicias de una sensación grande, sublime, sin igual. Pero cuando hemos corrido para llegar, cuando el allí se ha convertido en aquí, vemos que todo es como era antes; permanecemos en nuestra miseria, encerrados en el mismo círculo, y el alma suspira por la ventura que acaba de escapársele una y otra vez.

Por eso, el hombre más inquieto y vagabundo vuelve los ojos hacia su patria, y halla en su lugar, en los brazos de su esposa, en medio de sus hijos, entregado a los cuidados que se impone para el bien de tan queridos seres, la dicha que en vano ha buscado por toda la tierra."

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